Desde hace varios años, científicos y expertos han estado dando la alerta roja sobre la escasez de agua dulce a nivel mundial y en especial en áreas de alto estrés hídrico, como El Salvador. Sin embargo, esta alerta, que había caído en oídos sordos con la comunidad empresarial, ahora está siendo tomada muy en serio. Y es que con la proyección de Naciones Unidas de que “el 47 por ciento de la población mundial tendrá que lidiar con escasez de agua muy severa en 2030”, líderes empresariales han despertado ante la realidad de que las tendencias del agua representan una grave amenaza para el desarrollo de sus negocios, precisamente por los altos costos que se vislumbran.
Y en un país como el nuestro, donde no se invierte en lo absoluto en mejoras del capital natural, como restaurar cuencas hidrográficas y captar aguas para re infiltrar mantos acuíferos, el futuro no se ve prometedor. Además, si consideramos que tampoco se invierte en mejoras de infraestructura, como el sistema de distribución, la crisis que se avecina puede ser muy severa para toda la población si no se actúa muy pronto. En recientes declaraciones el Presidente de ANDA admitió que un 48% del agua que se distribuye se pierde por conexiones ilegales y más que todo por fugas. De hecho, existen tuberías con más de 80 años.